Desvelo.
Atardecer en la Galea de Algorta DESVELO Se nos fue el amor, huyó una mañana muy fría de Enero, con viento y helada. Lo noté en sus ojos, en esa mirada ausente y sin vida, distante, callada. Por los mismos vidrios rotos de mi alma, huyó para siempre como un ciervo herido a través del bosque, por la nieve blanca. Se nos fue el amor, también la esperanza; igual que esa estrella que cada mañana al llegar el orto, se oculta en silencio, se extingue y se apaga. ¡Qué enorme tristeza verla así, alejada de mí para siempre, con tanta arrogancia! Ya no escucho el viento gemir en las ramas de mi dulce higuera, ni el canto armonioso de los pajarillos, que vuelan dichosos junto a mi ventana. ¿Será el desamor? ¡la duda me espanta! y tengo un desvelo y un dolor profundo que arranca con fuerza mi fe y mi esperanza. Con gran desconsuelo, salté de la cama, con miedo, angustiado, cubierto de lágrimas. Y allí, junto al lecho, sin decirla nada,