POEMAS PARA EL RECUERDO

PALABRAS Decidle al silencio que todo lo sabe, solo estas palabras de mi débil voz, palabras que el viento recoge con fuerza, que lleva silbando con dulce canción, todas las verdades de mis sentimientos, vivas realidades de mi corazón. * La noche tranquila despeja las mentes, durmiendo inocentes a una realidad, expuestas al cielo, luna y las estrellas, que todo lo saben con cruda verdad, * Qué importa que sepan, si no ocultan nada, si la quiero tanto, ¡lo pueden gritar! que el silencio es mío con tanto recuerdo, es como una presa de mi soledad. * Cuando el aire lleve con sorda rudeza, la enorme franqueza de mi gran amor, llenará su pecho de gran alegría, nacerá otro día de luz, de calor, y su cuerpo al mío tumbado en el lecho, deseará mi vida con celo y ardor. * Recoge silencio todo lo que sabes, también las   palabras de su   débil voz, que yo las espero desde mi ventana, que el

El PAJARILLO Un pajarillo volando llegaba inquieto a su nido, deseando encontrar en él a su amor que había perdido. * Saltando de rama en rama, volando de pino en pino, va dejando en el camino flores de la madrugada. * En su garganta el sonido y en su corazón el llanto quedó, porque ya no estaba ese amor que quiso tanto. * Al aire lanzó un suspiro de una promesa de amor y la escuchó tanto el viento que al final se la llevó. * -Ruiseñor abre tus alas y no pienses más en ella, busca otra vida y compara, ¡alma de la primavera!- * El pajarillo en lo alto su ausencia no comprendía y al cielo con grandes saltos cada instante respondía. * Después se marchó cantando y a otro amor le dio su sueño, tanto, que al soñar con él, lo convirtió ya en su dueño.   ------------ Autor: Juan A Galisteo Luque Del libro: Café Boulevard Imagen: Gentileza fotos Pixabay

NOSTALGIA Y me sonó la inquietud desde el fondo del presagio, me dio como un resbalón, que por poco casi caigo. * Recuerdo, que en mi silencio tus palabras recordara, y las dijera soñando como si tú las contaras. * Algo de dura es la vida, podemos decirlo así, felicidad nunca grata, pero tus brazos encima de mi cuello y de mi alma, salían frotando a piel, dulce eternidad que llama, con su verdad tan sincera de su boca desbordada, y esos ojos, esos rayos celestes de luz y calma, con esa frente, esa vida, que mis manos ya tocaban. * Se me acabó tu misterio, cuando te vi, ya no estaba, lo tenías en tu ser y queriendo lo entregabas. * Me agrada en la noche oscura, recordar tu sencillez, que nada sirve, sin ver esa virtud que ya encierra. Luego, un abrazo muy fuerte sobre tu cuerpo y el mío, dulce como el sol de estío, para lanzar de los ojos unas lágrimas ardientes. -----------------   Autor: Juan A Gal