Ecos del recuerdo
El río Valdavia a su paso por Bárcena de Campos
Caía la nieve copiosa del cielo,
dejando caricias de espesura blanda;
el reloj del pueblo marcaba las horas,
y allá por el aire, sonaban campanas.
Era aquella tarde, una tarde fría;
tras los ventanales vítreos de mi alma,
creció el pensamiento, también la carencia,
cubriendo mi pecho de eterna nostalgia.
Ya estaba de nuevo en mi vieja aldea,
el hogar dichoso que tanto soñara;
un lugar tranquilo donde yo he vivido
los tiernos y alegres años de mi infancia.
Tras la sombra oscura del salón materno,
como un sortilegio, allá en la antesala,
y en la mecedora, presentí a mi abuela
que tejía afanosa su madeja blanca.
Una toca negra cubría sus hombros,
y con gran paciencia sola se enfrentaba,
al ruido incesante de sus cinco nietos,
que muy cerca de ella, así la imploraban...
*
<< ¡Cuéntanos abuela la historia del lobo,
ese cuento hermoso de la loba parda;
mientras vas haciendo bordado y ganchillo,
y, vas terminando tu ovillo de lana!
Dinos abuelita: ¿Dónde está el camino?
¿Por qué nace el día? ¿Por qué el gallo canta?
¿Por qué nos saluda con fulgor tan bello,
el albor del día todas las mañanas?
¿Por qué siempre llueve cuando suena el trueno?
¿Por qué el sol se esconde allá en la montaña?
¿Por qué resplandecen de luz las estrellas,
esas noches frías de azul, tan lejanas?
¡Dínoslo abuelita; tú, que tanto sabes;
tú, que tanto piensas; tú, que tanto callas! >>
*
Volvieron de pronto todos los recuerdos,
lo mismo que un río cuando baja el agua;
a través del tiempo y de su espesa niebla,
cruzaron mi mente fieles remembranzas.
Ya queda muy poco para que las flores,
adornen el campo con plena elegancia,
y si son silvestres lo harán más hermoso,
pues infunden vida sin tanta arrogancia.
También del regreso de la golondrina,
que con impaciencia y fiebre en las alas,
golpeará amorosa mis viejos cristales
a la luz radiante de la madrugada.
Moría la tarde cargada de ensueño,
me quedé dormido con plácida calma;
allí, junto al fuego de leña de encina,
en dicha profunda soñé estas palabras...
*
<< Dinos abuelita: ¿Por qué existe el cielo?
¿Qué misterio esconde que nunca se acaba?
-Si tú nos lo dices has de estar segura,
que obedeceremos todas tus demandas-
Dinos abuelita: ¿Por qué silba el viento?
¿Por qué hay niños pobres que no tienen nada?
¿Por qué a la cigarra que vive en el campo,
todos la critican si nunca hizo nada,
y esas hormiguitas que son pequeñitas,
la responden siempre que es una holgazana? >>
*
Asomó la luna como tantas veces,
por el ancho cielo, cubierta de plata;
las estrellas fieles allí junto a ella,
brillaron de nuevo con intensa calma.
Volvieron de pronto todos mis desvelos,
y aquellas preguntas de dichas pasadas,
fueron renaciendo como ecos de ensueño,
en escenas vivas de emociones largas.
Y así de este modo, yo las repetía,
de la misma forma, aunque algo más claras...
*
<< ¿Por qué habrá en el mundo tanta indiferencia?
¿Por qué tanto odio, maldad e ignorancia?
¿Por qué tanta hambre de sed, de justicia?
¿Por qué tanto llanto y desesperanza?
¿Por qué, si nos falta cariño en la Tierra,
tienen que morirse las gentes que uno ama?
¡Dímelo abuelita; tú, que tanto sabes;
tú, que tanto piensas; tú, que tanto callas! >>
*
Se ocultó de pronto todo el escenario,
porque al despertarme, vi que ya no estaba,
ni el reloj de cuco con su espejo antiguo,
ni el eco profundo del -tic-tac- fantasma;
tan solo la sombra de la mecedora,
con su movimiento y, la fiel semblanza,
de aquella silueta tierna y pensativa,
que en su rinconcito siempre nos contaba,
historias vividas de un tiempo pasado,
y aquél cuento hermoso de la loba parda.
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Del poemario: Versos de luz y sombras
Publicada en Canal Literatura
Fotografías del autor: Vistas de Bárcena de Campos
ECOS DEL RECUERDO -
(c) - Juan Antonio Galisteo Luque