A la Ciudad de Frías
A LA CIUDAD DE FRÍAS
El Ebro baja en silencio,
no se detiene ante nada,
cruza el puente sonriendo
con su gran lengua de plata.
Remolinos de romances
cubren de espuma sus barbas
y los olmos junto al río
susurran sobre su almohada.
El río que viene solo,
ni pregunta, ni reclama,
que el agua que torna al mar
no regresa a la montaña.
Y los campos se entristecen,
con ellos también las almas;
de la iglesia parroquial
se oye un doblar de campanas.
Cruza el Ebro silencioso
al lento correr del agua;
por Tobera y Tobalina
ya viene empujando el alba...
En el cerro de La Muela,
en su cima más dorada,
tiene Frías un castillo
con vista privilegiada.
Si de vértigo es su esquina,
más temible es la mirada
cuando contemplas su altura
desde la parte más baja.
Ciudad de Frías ¡no llores!
sé que te encuentras sitiada
y el pueblo ya sublevado
está luchando en la plaza.
Que aunque no fuiste vendida,
no en vano fuiste cambiada
por villa de Peñafiel,
y al conde de Haro entregada.
¡No llores ciudad de Frías!
¡no oyes que el pueblo te aclama!
y no hay voz con más nobleza
que la que sale del alma.
Sigue tu curso y tu historia,
que volverán a contarla,
y en todos esos lugares
donde conozcan tu hazaña,
sabrán de aquél capitán
abanderado y su dama,
la que bailara en la fiesta
al sonido de dulzainas.
Ciudad de Frías ¡no llores!
que está la luna muy clara
y podría sin permiso
dormir junto a tu muralla.
Sueña con la luz del día
y espera que la alborada
traiga promesas de gloria,
alegrías y bonanzas.
Observa al Ebro en el puente
que sollozando se marcha
bajo un cielo azul de estrellas,
enigmáticas, calladas.
Cuida de tus finos huertos,
de tus campos y cascadas,
tus calles, tu judería
y de esas casas colgadas.
Y al Molinar, ese río
que en la poza se remansa,
dile que rece a la virgen
y al cristo que la acompaña.
¡No llores, ciudad de Frías!
¡No llores, que hay esperanza!
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Del poemario: Versos de luz y sombras
1ª Fotografía (Castillo de Frías) Gentileza de José Ángel
2ª Fotografía (Casas colgadas) del autor