Luciérnaga
LUCIÉRNAGA
Luciérnaga preciosa que en la noche serena,
alumbras esos campos inmensos de riqueza,
¿donde estás, que no observo la luz de tu grandeza
brillando en el silencio, cual hermosa melena?
*
En la bella floresta bajo una luna llena,
te observaba de niño con dicha y con nobleza;
tu ausencia que no es poca hoy cubre mi tristeza,
y vivo tu añoranza con realismo y con pena.
*
Los grillos ya no cantan soñando las auroras,
tampoco con la lluvia los sapos del camino
toleran ya el veneno de arbustos y de floras.
*
Hoy los bosques quemados, sin medida y sin tino,
el egoísmo humano y un capricho a deshoras,
anuncian para siempre tu trágico destino.
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Autor: Juan A Galisteo Luque
Del poemario: Versos y paisajes
Imagen : Gentileza Fotos Pixabay
Tu soneto en "alejandrinos" me llevó a esos momentos vividos y buscando la luciérnaga en la noche.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
A mí también me llevaron las vivencias de la infancia a otros lugares y he querido plasmar en este poema lo cambiado que está ya todo, Rafael. Mi abrazo poeta..
ResponderEliminarHola JAGL, vengo del blog de Rafael, y no me arrepiento, es un placer leer este poema, donde una luciérnaga, "tú", nos dice lo que estamos haciendo con el planeta. Me quedo por aquí con tu permiso para seguir leyendote.
ResponderEliminarPrecioso, un placer leerte.
Feliz martes
Bienvenida a mi blog Carmen; esperemos que pronto todos tomemos conciencia del problema y tengamos tiempo para cambiar de conducta.
ResponderEliminarGracias por comentarme. Un abrazo amiga.
Juan, nos dejas un poema de ensueño. Esa luciérnaga que tanto admirábamos de niños, como un ser mágico, ya no está. El bosque está enfermo y su silencio grita esperando que todos seamos conscientes de ello. Bello soneto, que nos deja reflexionando sobre una realidad que duele, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo, Juan.
Gracias María, hasta por los aromas del campo te dejabas llevar, los pájaros, los insectos y las flores. En los riachuelos y las charcas tampoco hay ranas amiga.
ResponderEliminarTe envío mi abrazo poeta.
Ya hace mucho que no veo luciérnagas, de pequeña, vivían en los muros de la vieja iglesia de Malhincada y cuando mi padre me acompañaba a verlas, me las ponía en el pelo como una corona y aunque yo no me viese, danzaba como si fuese una princesa, no sé donde habrán ido... en tus versos lo expresas muy bien, tampoco se escucha el canto de los grillos, es increíble, pero cierto, no sé si es debido a que cuando se queman los campos, mueren infinidad de animales pequeños y sus huevos, que no pueden huir del fuego.
ResponderEliminarEs cierto que los hombres nos estamos cargando nuestro planeta y lo malo es que no se puede dar marcha atrás, porque aunque ya mismo se eliminasen todo lo que estamos echando a la atmófera, se tardarían unos 6.000 años en volver a restaurar la vida que hemos tenido, es una pena y cuando nuestra generación desaparezca, las venideras, no conocerán a muchas especies que están desapareciendo y plantas que se habrán extinguido.
Bello poema Juan, lleno de sentimientos y un claro alegato al cambio climático que hará desaparecer muchas cosas.
Mi abrazo con cariño.
Bueno es el precio que todos los seres de este planeta tendremos que asumir, una cadena evolutiva de cambios a los que no estamos familiarizados ni tampoco acostumbrados y que ya desde años se aprecia en la Tierra, en los mares y en la atmósfera. Un abrazo Ángeles.
ResponderEliminarBonito poema, y aunque el último verso es un mal presagio, yo confío en las nuevas generaciones, de las que puedo dar fe, por lo menos en mi círculo de amigos, de que apuestan fuerte por el respeto al medio ambiente. Ojalá no me equivoque.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchas gracias Manuel por tu pensamiento y aportación. Un abrazo Juan.
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